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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 1 de abril de 2001

 

Amadísimos hermanos y hermanas: 

1. Iniciamos hoy el último tramo del camino cuaresmal que, el domingo próximo, nos hará entrar en la Semana santa. Mientras nos acercamos al gran acontecimiento de la Pascua, sentimos cada vez más apremiante la invitación de Jesús: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame" (Lc 9, 23).

Esta condición exigente, que él nos pone para seguirlo, debe constituir el estilo del cristiano, que la Cuaresma nos exhorta a verificar, renovar y profundizar. Jesús no propone la mortificación como fin en sí misma. En realidad, "negarse a sí mismo" y "tomar la cruz" equivale a asumir a fondo la propia responsabilidad ante Dios y ante el prójimo. El Hijo de Dios fue fiel a la misión que le había confiado el Padre, hasta el punto de derramar su sangre por nuestra salvación. A sus seguidores les pide que hagan lo mismo, entregándose sin reservas a Dios y a sus hermanos.

Al atesorar esas palabras suyas, descubrimos que la Cuaresma es un tiempo de provechosa profundización de la fe. Posee un alto valor educativo, en particular para los jóvenes, llamados a orientar claramente su vida. Cristo repite a cada uno: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame".

2. Queridos jóvenes, este es precisamente el tema de mi Mensaje para la XVI Jornada mundial de la juventud, que se celebrará en cada diócesis el domingo próximo, domingo de Ramos.

Cristo es exigente con sus discípulos, y la Iglesia no duda en volver a proponeros también a vosotros su Evangelio "sin descuentos". Los que quieren seguir al divino Maestro abrazan con amor su cruz, que lleva a la plenitud de la vida y de la felicidad. ¿No es precisamente la cruz la que guía desde hace quince años la peregrinación de los jóvenes con ocasión de las Jornadas mundiales de la juventud? El próximo domingo, al término de la santa misa en la plaza de San Pedro, esta cruz, que ha dado la vuelta al mundo, será entregada por los jóvenes de Roma a los de Toronto, la ciudad de Canadá que acogerá el Encuentro mundial de la juventud, en julio de 2002.

3. Con el fin de prepararnos para esa sugestiva celebración, os invito a vosotros, queridos jóvenes de Roma, a venir aquí, a la plaza de San Pedro, el próximo jueves por la tarde. Juntos viviremos unos momentos de oración, reflexión y fiesta. Ojalá que vengáis muchos y, a la espera de encontrarnos, os encomiendo a vosotros y a vuestros coetáneos de toda nación y continente a la Virgen santísima, para que ella os guíe al encuentro con su Hijo Jesús.


Después del Ángelus

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, de modo particular al grupo de estudiantes del Colegio San José de Reus. Procurad una íntegra formación humana, científica y espiritual con el fin de ofrecer un cualificado servicio a la sociedad inspirado en los valores evangélicos. Así daréis prueba de adhesión a Cristo. Que Dios os bendiga.



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