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MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
CON MOTIVO DEL XL ANIVERSARIO
DE LA FUNDACIÓN DE "ADVENIAT"

 

A mi venerado hermano
en el episcopado
Monseñor FRANZ GRAVE
Presidente de la Obra episcopal "Adveniat"

1. Hace cuarenta años la asamblea plenaria de la Conferencia episcopal alemana decidió realizar por primera vez, durante los servicios litúrgicos navideños, una colecta en favor de la Iglesia en América Latina. Aquella decisión del 30 de agosto de 1961 fue, por decirlo así, el inicio de la meritoria obra de cooperación y solidaridad entre las Iglesias particulares que están en Alemania y las Iglesias particulares que están en el continente latinoamericano, que más tarde tomaría el nombre de Obra episcopal "Adveniat" y que, durante los años de su existencia, ha contribuido de modo fundamental a estimular y sostener el esfuerzo de evangelización en Latinoamérica.

2. También yo quisiera unirme a quienes dan gracias a Dios por la generosidad con que los católicos alemanes han acogido el deseo de mi venerado predecesor, el beato Papa Juan XXIII, y han apoyado con sus donativos a las Iglesias en América Latina, para llevar a cabo proyectos eclesiales.

Con particular estima y gratitud recuerdo a dos cardenales que han destacado de modo especial:  el cardenal Joseph Frings, arzobispo de Colonia, y Franz Hengsbach, obispo de Essen, quienes pueden considerarse artífices de esa obra episcopal. Deseo expresar asimismo mi gratitud a toda la Conferencia episcopal alemana, que ha logrado promover e impulsar esta obra tan significativa.

De igual modo, doy las gracias a todos los bienhechores y a los numerosos "simples" fieles que, año tras año, han apoyado eficazmente con su contribución a sus hermanos y hermanas de América Latina. El Señor, que ve en lo secreto, os recompensará con creces el bien que hacéis (cf. Mt 6, 2-4).

3. Hoy, después de cuarenta años de fecunda colaboración en la Iglesia, podemos mirar con gran alegría la abundante cosecha que ha producido el inmenso e inagotable amor de los católicos alemanes a las Iglesias hermanas que están en América Latina.

Ha concedido ayudas para la formación de sacerdotes, religiosos y catequistas, así como para la construcción de iglesias, capillas, seminarios, centros parroquiales y conventos; ha permitido contar con automóviles y otros medios de transporte, así como con numerosos recursos útiles para la obra de evangelización y para responder a las necesidades de la pastoral.

De este modo los católicos alemanes, en unión con sus obispos, no sólo han respondido al gran desafío pastoral de aliviar las necesidades materiales, que tanto afligen a las Iglesias locales de América Latina, que son ricas en fe pero a menudo pobres en infraestructuras religiosas. En cierto sentido, los católicos alemanes también participan en la particular solicitud del Sucesor de Pedro por sus hermanos y hermanas de América Latina, y tienen cada vez mayor conciencia de que son miembros de la Iglesia universal.

4. Los gestos concretos de afecto con las Iglesias hermanas, lo mismo que la ayuda económica y otros signos de solidaridad, expresan el misterio de la Iglesia como comunión:  todos son miembros de un único cuerpo, y Cristo es la Cabeza. Por eso, también deseo expresar mi estima por la hermandad que se ha desarrollado entre las diócesis alemanas y latinoamericanas con la ayuda de "Adveniat" y que, con el intercambio recíproco de  dar y recibir, ha producido buenos y abundantes frutos de solidaridad.

Gracias a la incansable actividad de "Adveniat" se ha creado una gran red de solidaridad entre la Iglesia en Alemania y las Iglesias particulares de América Latina, cuyos países acogieron la luz de Cristo hace más de quinientos años y cuyos habitantes son casi la mitad de los católicos de todo el mundo. Esas regiones se caracterizan por una identidad cultural en la que el Evangelio se ha grabado profundamente; al mismo tiempo, hay allí una Iglesia viva, que impulsa a afrontar la obra de evangelización (cf. Juan Pablo II, Discurso a la Comisión pontificia para América Latina, 23 de marzo de 2001).

5. La riqueza y la vitalidad de la Iglesia en el "continente de la esperanza" deben ser para los católicos alemanes un estímulo a vivir su fe cada vez con mayor intensidad y convencimiento, como san Pablo recomendó encarecidamente a la Iglesia de Corinto con respecto a la Iglesia de Jerusalén:  "Al presente, vuestra abundancia remedia su necesidad, para que la abundancia de ellos pueda remediar también vuestra necesidad y reine la igualdad" (2 Co 8, 14).

Mi deseo ardiente es que el estrecho vínculo entre vuestras Iglesias particulares y las Iglesias particulares de América Latina produzca mucho fruto también en Alemania, de manera que la Iglesia se renueve y se oriente hacia el "alto grado de la vida cristiana ordinaria", que destaqué en mi carta apostólica Novo millennio ineunte (n. 31).

6. Al comienzo del tercer milenio exhorto a los pastores y a los creyentes de Alemania a "aprovechar el tesoro de la gracia recibida" durante el Año jubilar, "traduciéndola en fervientes propósitos y en líneas de acción concretas" (ib., 3) de modo que puedan florecer y prosperar obras tan importantes y positivas como "Adveniat", con vistas a una solidaridad eclesial mundial.

Que el Señor, por intercesión de la Virgen de Guadalupe, patrona de América, colme vuestro corazón del don del amor y acompañe vuestras iniciativas, que realizáis por vuestros hermanos y hermanas más pobres unidos en la fe. Con este deseo, os imparto de corazón la bendición apostólica.

Castelgandolfo, 30 de agosto de 2001

JUAN PABLO II



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