CONSAGRACIÓN DE LA IGLESIA DE GHANA
Y LA DE ÁFRICA ENTERA A LA SANTÍSIMA VIRGEN
PLEGARIA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
Plaza de la Independencia
Jueves 8 de mayo de 1980
En este día de alegría, reunidos en tu presencia, oh María, Madre de Jesús y Madre de su Iglesia, somos plenamente conscientes del papel que tú desempeñas en la evangelización de esta tierra, Somos plenamente conscientes de cómo —en el comienzo— los misioneros vinieron con el poder del Evangelio de Cristo y encomendaron a ti el éxito de sus trabajos.
Como Madre de la Divina Gracia tú estuviste con los misioneros en todos sus esfuerzos, y estuviste con la Madre Iglesia —de la que tú eres el tipo, el modelo y la suprema expresión— cuando traía a Cristo a África.'
Y como Madre de la Iglesia tú presidías todas las actividades de la evangelización y la implantación del Evangelio en los corazones de los fieles. Tú mantenías a los misioneros en la esperanza y diste alegría a cada nueva comunidad que nacía de la actividad evangelizadora de la Iglesia.
Tú estabas allí, con tu intercesión y tus oraciones, cuando se desarrolló la primera gracia del bautismo, y cuando aquellos que adquirieron nueva vida en Cristo, tu Hijo, llegaron a una plena comprensión de su vida sacramental y de su vocación cristiana.
Y tú estás aquí hoy, cuando la familia cristiana se reúne para celebrar el Evangelio, para recordar las maravillas de Dios, y para comprometerse en la evangelización continuada de esta tierra y de este continente, "para que la palabra del Señor avance con celeridad" (2 Tes 3, 1).
Te pedimos, María, que nos ayudes a cumplir esta misión, que tu Hijo ha entregado a su Iglesia y que, en esta generación, recae sobre nosotros. Sabiendo que eres Auxilio de los Cristianos, nos confiamos a ti en la tarea de llevar cada vez más profundamente el Evangelio a los corazones y las vidas de todo el pueblo. Te confiamos nuestro mandato misionero y encomendamos totalmente nuestra causa a tus oraciones.
Y, como Pastor de la Iglesia universal, y Vicario de tu Hijo, Yo, Juan Pablo II, encomiendo, a través de ti, oh María, a toda la Iglesia que está en Ghana y en toda África, a Cristo nuestro Señor. A través de ti presento a Cristo, el Salvador, el destino de África, rogando que su amor y su justicia toquen los corazones de cada hombre, mujer y niño de este continente.
María, confío todo esto a Cristo a través tuyo, y te confío todo esto a ti para Cristo, tu Hijo. Y lo hago en este momento en que estoy unido con mis hermanos los obispos, celebrando el Evangelio, como "poder de Dios para la salud de todo el que cree" (Rom 1, 16). Lo hago ahora, en este momento especial en que mis hermanos están tan cercanos a mí en el ejercicio de nuestra común responsabilidad por la Iglesia que está en África. Acepta, oh María, esta ofrenda de todos nosotros, y del Pueblo de Dios, y preséntasela a tu Hijo. Preséntale una Iglesia "santa e intachable" (Ef 5, 27).
Acuérdate, oh Madre, de todos aquellos que construyen la Iglesia en África. Asiste a los obispos y a sus sacerdotes, para que sean siempre fieles a la Palabra de Dios. Ayuda y santifica a los religiosos y a los seminaristas. Intercede para que el amor de tu Hijo penetre en todas las familias, para que consuele a todos los que sufren o están enfermos, a los que están en penuria o necesitados. Cuida benignamente de los catequistas y de todos aquellos que llevan a cabo una tarea especial en la evangelización y la educación católica para gloria de tu Hijo. Acepta esta nuestra devota consagración, y confírmanos en el Evangelio de tu Hijo.
Al expresarte nuestra profunda gratitud por un siglo de tu cuidado maternal, estamos firmes en la convicción de que el Espíritu Santo aún te cubre con su sombra, para que en cada generación sigas dando a luz a Cristo en África.
A Jesucristo tu Hijo, con el Padre, en la unidad del Espíritu Santo, sea la alabanza y la acción de gracias por los siglos de los siglos. Amén
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