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FELICITACIONES A LOS EMPLEADOS DE LA CURIA ROMANA,
DE LA GOBERNACIÓN DEL ESTADO CIUDAD DEL VATICANO Y DEL VICARIATO DE ROMA

DISCURSO DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Aula Pablo VI
Lunes, 22 de diciembre de 2025

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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

¡La paz esté con ustedes!

Queridos hermanos y hermanas,

gracias por su cálido saludo y, sobre todo, gracias por haber acudido a esta cita navideña. Como saben, es la primera para mí, y es la primera vez que me encuentro con todos ustedes juntos, incluso con muchos de sus familiares, ¡y esto me alegra mucho!

Hoy no tenemos que hablar de trabajo, pero quiero aprovechar esta ocasión para dar las gracias a cada uno de ustedes por el trabajo que realizan. Estoy aprendiendo a conocer el Vaticano como un gran mosaico de oficinas y servicios, y poco a poco, con la ayuda de Dios, creo que también podré encontrarme con ustedes visitando los distintos lugares de trabajo.

Pero hoy estoy contento con este momento familiar, ya casi en vísperas de Navidad. Lo vivimos ante el belén, que de hecho está presente también aquí, en esta escena de la Natividad donada por Costa Rica. En el belén, la imaginación popular ha insertado a menudo muchas figuras tomadas de la vida cotidiana, que pueblan el espacio alrededor de la gruta. Así, además de los inevitables pastores, protagonistas del acontecimiento según el Evangelio, podemos encontrar figuritas que representan diferentes oficios: el herrero, el posadero, la posadera, la lavandera, el afilador, etcétera. Por supuesto, se trata de oficios de antaño: algunos de ellos han desaparecido o se han transformado por completo. Sin embargo, conservan su significado dentro del belén. Nos recuerdan que todas nuestras actividades, nuestras ocupaciones cotidianas, adquieren su pleno sentido en el designio de Dios, que tiene su centro en Jesucristo.

Es como si el Niño Jesús, desde el pesebre en el que yace, bendijera todo y a todos. Su presencia mansa y humilde difunde por todas partes la ternura de Dios. Mientras María y José adoran al Niño y los pastores se acercan llenos de asombro, los demás personajes realizan sus gestos cotidianos. Parecen ajenos al acontecimiento central, pero no es así: en realidad, cada uno participa tal como es, permaneciendo en su lugar y haciendo lo que debe hacer, su trabajo. Me gusta pensar que también puede ser así para nosotros, en nuestras jornadas laborales: cada uno de nosotros realiza su tarea y alabamos a Dios precisamente haciéndola bien, con dedicación. A veces estamos tan ocupados que no pensamos en el Señor ni en la Iglesia, pero el hecho mismo de trabajar con dedicación, tratando de dar lo mejor de nosotros mismos, y también —para ustedes, los laicos— con amor por su familia, por sus hijos, da gloria al Señor.

Queridísimos, aprendamos de la Navidad de Jesús el estilo de la sencillez, de la humildad, y hagamos, todos juntos, que este sea cada vez más el estilo de la Iglesia, en todas sus expresiones. Les pido que lleven mi saludo también a sus seres queridos en susu hogares; especialmente a las personas mayores o enfermas, díganles que el Papa reza por ellas.

Les deseo una santa Navidad, en la alegría y en la serenidad que Jesús nos dona. ¡Gracias!

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Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 22 de diciembre de 2025