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     quiere tomar como instrumentos para llegar cada 
    
 
     
     vez más cerca de su pueblo amado. Nos toma de 
    
 
     
     en medio del pueblo y nos envÃa al pueblo, de tal 
    
 
     
     modo que nuestra identidad no se entiende sin 
    
 
     
     esta pertenencia. 
    
 
     
     269.âJesús mismo es el modelo de esta opción 
    
 
     
     evangelizadora que nos introduce en el corazón 
    
 
     
     del pueblo. ¡Qué bien nos hace mirarlo cercano 
    
 
     
     a todos! Si hablaba con alguien, miraba sus ojos 
    
 
     
     con una profunda atención amorosa: « Jesús lo 
    
 
     
     miró con cariño » ( 
    
 
     
      Mc  
    
 
     
     10,21). Lo vemos accesi- 
    
 
     
     ble cuando se acerca al ciego del camino (cf. 
    
 
     
      Mc  
    
 
     
     10,46-52) y cuando come y bebe con los peca- 
    
 
     
     dores (cf. 
    
 
     
      Mc  
    
 
     
     2,16), sin importarle que lo traten 
    
 
     
     de comilón y borracho (cf. 
    
 
     
      Mt  
    
 
     
     11,19). Lo vemos 
    
 
     
     disponible cuando deja que una mujer prostituta 
    
 
     
     unja sus pies (cf. 
    
 
     
      Lc  
    
 
     
     7,36-50) o cuando recibe de 
    
 
     
     noche a Nicodemo (cf. 
    
 
     
      Jn  
    
 
     
     3,1-15). La entrega de 
    
 
     
     Jesús en la cruz no es más que la culminación 
    
 
     
     de ese estilo que marcó toda su existencia. Cau- 
    
 
     
     tivados por ese modelo, deseamos integrarnos a 
    
 
     
     fondo en la sociedad, compartimos la vida con 
    
 
     
     todos, escuchamos sus inquietudes, colaboramos 
    
 
     
     material y espiritualmente con ellos en sus nece- 
    
 
     
     sidades, nos alegramos con los que están alegres, 
    
 
     
     lloramos con los que lloran y nos comprome- 
    
 
     
     temos en la construcción de un mundo nuevo, 
    
 
     
     codo a codo con los demás. Pero no por obliga- 
    
 
     
     ción, no como un peso que nos desgasta, sino 
    
 
     
     como una opción personal que nos llena de ale- 
    
 
     
     grÃa y nos otorga identidad.