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VISITA PASTORAL
AL PONTIFICIO SANTUARIO DE POMPEYA

BENEDICTO XVI

ÁNGELUS

Plaza del Pontificio Santuario de Pompeya
Domingo 19 de octubre de 2008

 

Queridos hermanos y hermanas:

Después de la solemne celebración eucarística y de la tradicional súplica a la Virgen de Pompeya, como todos los domingos, dirigimos una vez más nuestra mirada a María con el rezo del Ángelus y a ella le encomendamos las grandes intenciones de la Iglesia y de la humanidad. De modo particular rezamos por la Asamblea ordinaria del Sínodo de los obispos, que se está celebrando en Roma y que tiene por tema: "La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia" para que dé frutos de auténtica renovación en todas las comunidades cristianas.

La Jornada mundial de las misiones, que celebramos hoy, nos ofrece otra intención especial de oración. En este Año paulino propone a nuestra meditación una célebre expresión del Apóstol de los gentiles: "¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!" (1 Co 9, 16). En este mes de octubre, mes misionero y del rosario, ¡cuántos fieles y cuántas comunidades ofrecen el santo rosario por los misioneros y por la evangelización!

Por eso, me alegra encontrarme hoy precisamente aquí, en Pompeya, en el santuario más importante dedicado a la Virgen del Santo Rosario. Me permite subrayar con mayor fuerza que el primer compromiso misionero de cada uno de nosotros es precisamente la oración. Ante todo orando se prepara el camino al Evangelio; orando se abren los corazones al misterio de Dios y se disponen los espíritus a acoger su Palabra de salvación.

Además, en este día se da otra feliz coincidencia: precisamente hoy, en Lisieux, son proclamados beatos Luis Martin y Celia Guérin, padres de santa Teresa del Niño Jesús, declarada por Pío XI patrona de las misiones. Estos nuevos beatos, con su oración y su testimonio evangélico, acompañaron y compartieron el camino de su hija, llamada por el Señor a consagrarse a él sin reservas entre las paredes del Carmelo. Allí, en el ocultamiento de la clausura, santa Teresita realizó su vocación: "En el corazón de la Iglesia, mi madre, yo seré el amor" (Manuscrits autobiographiques, Lisieux 1957, p. 229).

Pensando en la beatificación de los esposos Martin, quiero recordar otra intención que llevo en el corazón: la familia, cuyo papel es fundamental en la educación de los hijos en un espíritu universal, abierto y responsable hacia el mundo y sus problemas, así como en la formación de las vocaciones a la vida misionera.

Así, continuando espiritualmente la peregrinación que muchas familias hicieron hace un mes a este santuario, invocamos la protección materna de la Virgen de Pompeya sobre todas las familias del mundo, pesando ya en el VI Encuentro mundial de las familias, que se celebrará en la Ciudad de México en enero de 2009.

(Seguidamente, hablando en francés, añadió:)

En esta Jornada mundial de las misiones, nos unimos particularmente a los peregrinos reunidos en Lisieux con motivo de la beatificación de Luis y de Celia Martin, padres de santa Teresa del Niño Jesús, patrona de las misiones. Con su vida de matrimonio ejemplar anunciaron el Evangelio de Cristo. Vivieron ardientemente su fe y la transmitieron en su familia y en su entorno. Que su oración común sea fuente de alegría y de esperanza para todos los padres y todas las familias.



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