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MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL ARZOBISPO DE CANTERBURY JUSTIN WELBY
CON MOTIVO DE LA "CONFIRMATION OF ELECTION"

 

A Su Gracia
Justin Welby
Arzobispo de Canterbury

«Damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, orando siempre por vosotros, al tener noticia de vuestra fe en Cristo Jesús y del amor que tenéis a todo los santos a causa de la esperanza que os está reservada en los cielos» (Colosenses 1, 3 ss).

Con estas palabras de san Pablo le saludo con alegría en el nombre del Señor Jesús, «el cual se ha hecho para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención» (1 Corintios 1, 30), y le expreso mis orantes buenos deseos con ocasión de su toma de posesión como arzobispo de Canterbury.

Asume usted su ministerio en un tiempo en que la fe cristiana es puesta en discusión, en muchas partes del mundo occidental, por quienes afirman que la religión es una cuestión privada, que no puede dar ninguna contribución al debate público. Los ministros del Evangelio hoy deben responder a una difundida sordera a la música de la fe y a un general cansancio que rechaza las exigencias del discipulado. Sin embargo el hambre de Dios, también donde no se reconoce, está siempre presente en nuestra sociedad, y la tarea del predicador, como mensajero de esperanza, es decir la verdad con amor, proyectando la luz de Cristo en la oscuridad de la vida de las personas. Que su apostolado dé abundante fruto y abra los ojos y los oídos de muchos al mensaje dador de vida del Evangelio.

Damos gracias a Dios porque los vínculos de afecto entre católicos y anglicanos se han establecido firmemente en las últimas décadas a través del diálogo y la colaboración, así como mediante los encuentros personales entre nuestros respectivos predecesores. Es deseable que continuemos construyendo sobre ese importante legado. Las desilusiones encontradas y los desafíos que siguen existiendo en nuestro camino hacia la comunión plena son bien conocidos, pero existen también signos de esperanza.

Reconociendo que nuestra unidad nacerá sólo como don del Señor, confiémonos a su Santo Espíritu mientras renovamos nuestra determinación a buscar la unidad auténtica en la fe y a comprometernos más profundamente en el testimonio y en la misión común.

Con sentimientos de estima fraterna, le aseguro mis oraciones mientras asume sus nuevas responsabilidades. Cualesquiera que sean los desafíos que encuentre, que el Señor le conceda fortaleza y sabiduría, y el Espíritu Santo le guíe en todo lo que haga en su nombre.

Vaticano, 4 de febrero de 2013

BENEDICTO XVI



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