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CELEBRACIÓN ECUMÉNICA PRESIDIDA POR EL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
Y POR SU SANTIDAD ARAM I, CATHOLICÓS DE CILICIA DE LOS ARMENIOS

PALABRAS DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Capilla "Redemptoris Mater" - Palacio Apostólico Vaticano
Lunes 24 de noviembre de 2008

 

Santidad:

Con sincero afecto en el Señor lo saludo a usted y a los distinguidos miembros de su delegación con ocasión de su visita a la Iglesia de Roma. Nuestro encuentro de hoy es una continuación de la visita que usted realizó a mi amado predecesor el Papa Juan Pablo II, en enero de 1997, y de los otros muchos contactos y visitas mutuas que, por gracia de Dios, han llevado en los últimos años a unas relaciones más estrechas entre la Iglesia católica y la Iglesia armenia apostólica.

En este Año paulino, usted visitará la tumba del Apóstol de los gentiles y orará con la comunidad monástica de la basílica erigida en su memoria. En esa oración, usted se unirá a los numerosos santos y mártires, maestros y teólogos de Armenia, cuya herencia de doctrina, santidad y frutos misioneros forma parte del patrimonio de toda la Iglesia. Pensemos en los santos Nerses Shnorkhali y Nerses de Lambon que, como obispo de Tarso era conocido como "segundo Pablo de Tarso". Ese testimonio tuvo su culmen en el siglo xx, un tiempo de inenarrable sufrimiento para su pueblo. La fe y la devoción del pueblo armenio se han apoyado constantemente en el recuerdo de los numerosos mártires que testimoniaron el Evangelio en el transcurso de los siglos. Que la gracia de ese testimonio siga plasmando la cultura de su nación e inspirando a los seguidores de Cristo una confianza cada vez mayor en el poder salvífico de la cruz, que da vida.

Desde hace mucho tiempo, la sede de Cilicia participa en contactos ecuménicos positivos entre las Iglesias. De hecho, el diálogo entre las Iglesias ortodoxas orientales y la Iglesia católica se ha beneficiado de manera significativa de la presencia de sus delegados armenios. Debemos esperar que este diálogo continúe, pues promete aclarar cuestiones teológicas que nos han dividido en el pasado, pero que ahora parecen abiertas a un mayor consenso. Confío en que el trabajo de la Comisión internacional sobre el tema: "La naturaleza, la constitución y la misión de la Iglesia" permita encontrar su contexto y su solución a muchas cuestiones específicas de nuestro diálogo teológico.

Ciertamente, el aumento de la comprensión, el respeto y la cooperación que ha experimentado el diálogo ecuménico es muy prometedor para el anuncio del Evangelio en nuestro tiempo. En el mundo, los armenios conviven con los fieles de la Iglesia católica. Una comprensión y un aprecio mayores de nuestra tradición apostólica común contribuirá a un testimonio común más eficaz de los valores espirituales y morales sin los cuales no puede existir un orden social realmente justo y humano. Por esta razón, confío en que se encuentren modos nuevos y concretos de expresar las declaraciones comunes que ya hemos firmado.

Santidad, le aseguro mis oraciones diarias y la profunda preocupación que siento por el pueblo del Líbano y de Oriente Próximo. ¿Cómo no sentirse afligidos por las tensiones y los conflictos que siguen frustrando todos los esfuerzos por fomentar la reconciliación y la paz en todos los niveles de la vida civil y política en la región? Recientemente nos ha entristecido a todos la intensificación de la persecución y la violencia contra los cristianos en algunas partes de Oriente Próximo y en otros lugares. Sólo cuando los países implicados puedan decidir su propio destino, y los diferentes grupos étnicos y comunidades religiosas se acepten y respeten plenamente, se construirá la paz sobre los cimientos sólidos de la solidaridad, la justicia y el respeto de los derechos legítimos de las personas y de los pueblos.

Con estos sentimientos y con afecto en el Señor, le doy las gracias, Santidad, y espero que estos días transcurridos en Roma sean fuente de numerosas gracias para usted y para quienes están confiados a su solicitud pastoral. Para usted y para todos los fieles de la Iglesia armenia apostólica invoco del Señor alegría y paz en abundancia.



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