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PEREGRINACIÓN
DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A TIERRA SANTA
(8-15 DE MAYO DE 2009)

VISITA A LA IGLESIA PATRIARCAL ARMENIO-APOSTÓLICA DE SANTIAGO

DISCURSO DEL SANTO PADRE

Jerusalén
Viernes 15 de mayo de 2009

 

Beatitud:

Lo saludo con afecto fraterno en el Señor, y le aseguro mis mejores deseos, y mi oración, por su salud y por su ministerio. Me alegra tener la oportunidad de visitar esta iglesia catedral de Santiago en el corazón del antiguo barrio armenio de Jerusalén, y de encontrarme con el distinguido clero del Patriarcado, así como con los miembros de la comunidad armenia de la ciudad santa.

Nuestro encuentro de hoy, caracterizado por un clima de cordialidad y amistad, es un paso más en el camino hacia la unidad que el Señor desea para todos sus discípulos. En los últimos decenios hemos experimentado, por gracia de Dios, un progreso significativo en las relaciones entre la Iglesia católica y la Iglesia apostólica armenia. Considero una gran bendición haberme encontrado el año pasado con el Patriarca supremo y Catholicós de todos los armenios Karekin II y con el Catholicós de Cilicia Aram I. La visita de ambos a la Santa Sede, y los momentos de oración que compartimos, nos fortalecieron en la amistad y confirmaron nuestro compromiso por la santa causa de la promoción de la unidad de los cristianos.

Con espíritu de gratitud al Señor, también deseo expresar mi aprecio por el decidido compromiso de la Iglesia apostólica armenia de proseguir el diálogo teológico entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas orientales. Este diálogo, sostenido por la oración, ha hecho progresos al superar el peso de malentendidos pasados, y ofrece muchas promesas con vistas al futuro.

Un signo particular de esperanza es el documento reciente sobre la naturaleza y la misión de la Iglesia, preparado por la Comisión mixta y presentado a las Iglesias para que lo estudien y valoren. Encomendemos juntos una vez más el trabajo de la Comisión mixta al Espíritu de sabiduría y verdad, para que dé frutos abundantes con vistas al crecimiento de la unidad de los cristianos y para que avance la difusión del Evangelio entre los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Ya desde los primeros siglos cristianos, la comunidad armenia de Jerusalén ha tenido una ilustre historia, marcada entre otras cosas por un florecimiento extraordinario de vida y cultura monástica unida a los santos lugares y a las tradiciones litúrgicas que se desarrollaron en torno a ellos. Esta venerable iglesia catedral, juntamente con el patriarcado y las diversas instituciones educativas y culturales vinculadas a él, testifica esa larga y distinguida historia.

Rezo para que vuestra comunidad saque constantemente nueva vida de estas ricas tradiciones y se confirme en su testimonio fiel de Jesucristo y en el poder de su resurrección (cf. Flp 3, 10) en esta ciudad santa. Asimismo, aseguro a las familias presentes, y en particular a los niños y a los jóvenes, un recuerdo especial en mis oraciones.

Queridos amigos, por mi parte, os pido que oréis conmigo para que todos los cristianos de Tierra Santa colaboren con generosidad y celo en el anuncio del Evangelio de nuestra reconciliación en Cristo, y la llegada de su reino de santidad, justicia y paz.

Beatitud, le agradezco una vez más su amable bienvenida e invoco cordialmente abundantes bendiciones de Dios sobre usted y sobre todos los sacerdotes y los fieles de la Iglesia apostólica armenia en Tierra Santa. Que la alegría y la paz de Cristo resucitado estén siempre con vosotros.



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