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ORACIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II
A LA INMACULADA EN LA PLAZA DE ESPAÑA


Domingo 8 de diciembre de 2002

 

1. Ave Maria, gratia plena!
Virgen Inmaculada, heme aquí una vez más
a tus pies con gran emoción y gratitud.
Vuelvo a esta histórica plaza de España
en el día solemne de tu fiesta
a orar por la amada ciudad de Roma,
por la Iglesia y por el mundo entero.

En ti, "más humilde y excelsa
que cualquier otra criatura", la gracia divina
obtuvo una victoria plena sobre el mal.

Tú, preservada de toda mancha de culpa,
eres para nosotros,
peregrinos por los caminos del mundo,
modelo luminoso de coherencia evangélica
y prenda validísima de esperanza segura.

2. Virgen Madre, Salus Populi Romani, vela,
te lo suplico, sobre la querida diócesis de Roma: 
sobre los pastores y los fieles,
sobre las parroquias y las comunidades religiosas.

Vela especialmente sobre las familias: 
que entre los esposos reine siempre el amor,
confirmado por el Sacramento;
que los hijos caminen por las sendas
del bien y de la auténtica libertad;
que los ancianos se vean envueltos
de atenciones y afecto.

María, suscita en muchos corazones jóvenes
respuestas radicales a la "llamada a la misión",
tema sobre el que la diócesis
está reflexionando en estos años.

Que en Roma,
gracias a una intensa pastoral vocacional,
surjan nuevas fuerzas juveniles,
que se entreguen con entusiasmo al anuncio
del Evangelio en la ciudad y en el mundo.

3. Virgen santísima, Reina de los Apóstoles,
ayuda a los que, con el estudio y la oración,
se preparan para trabajar
en las múltiples fronteras
de la nueva evangelización.

Hoy te encomiendo, de modo especial,
a la comunidad del Pontificio Colegio Urbano,
cuya sede histórica se encuentra
precisamente frente a esta columna.

Que esa benemérita institución,
fundada hace 375 años por el Papa Urbano VIII
para la formación de misioneros,
continúe eficazmente su servicio eclesial.

Que cuantos sean acogidos en ella, seminaristas,
sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos,
estén dispuestos a poner sus energías
a disposición de Cristo al servicio del Evangelio
hasta los últimos confines de la tierra.

4. Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis!
Ruega, Madre, por todos nosotros.
Ruega por la humanidad que sufre
miseria e injusticia, violencia y odio,
terror y guerras.

Ayúdanos a contemplar con el santo rosario
los misterios de Cristo, que "es nuestra paz",
para que todos nos sintamos implicados
en un compromiso preciso al servicio de la paz.

Dirige tu mirada de manera particular
a la tierra en la que diste a luz a Jesús,
tierra que juntos habéis amado
y que también hoy sufre una gran prueba.

Ruega por nosotros, Madre de la esperanza.
"Danos días de paz, vela sobre nuestro camino.
Haz que veamos a tu Hijo
colmados de alegría en el cielo".

Amén.



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