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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS PEREGRINOS QUE PARTICIPARON EN LA BEATIFICACIÓN


Lunes 4 de octubre de 2004

 

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Me alegra encontrarme de nuevo con vosotros al día siguiente de la solemne liturgia de beatificación. Queremos reflexionar juntos una vez más sobre la actualidad del mensaje y de la espiritualidad de  estos cinco nuevos beatos.

2. La vida de los beatos Pierre Vigne y Joseph-Marie Cassant nos exhorta a dirigirnos amorosamente al Señor Jesús, Cabeza de la Iglesia, presente en el sacramento de la Eucaristía. Ambos contemplaron durante mucho tiempo este misterio en el silencio de la oración y encontraron en este alimento espiritual el deseo de seguir a Cristo así como la gracia de la conversión. Ojalá que su ejemplo y su intercesión ayuden a las comunidades cristianas de hoy a poner la Eucaristía, fuente y cumbre de la vida de la Iglesia, en el centro de su existencia. Que ella suscite el impulso misionero que el mundo necesita para escuchar la buena nueva.

3. La existencia de la madre Ludovica De Angelis estuvo consagrada a la gloria de Dios y al servicio de los hermanos. Los largos años pasados en el Hospital de niños de La Plata —centro que hoy lleva su nombre— tuvieron como programa:  "Hacer el bien a todos, no importa a quién". En esta tarea se desvivió por atender a los niños enfermos, trabajando con competencia con el personal sanitario y siendo como superiora de la comunidad ejemplar para sus hermanas. Su vida fue un continuo camino hacia la santidad, presentándose a nuestra consideración como intercesora y testimonio de caridad.

4. La "mística de Münster", en profunda compenetración con el Redentor sufriente, cumplió la misión del Apóstol de completar lo que aún falta a las tribulaciones de Cristo por su Cuerpo que es la Iglesia (cf. Col 1, 24). Que, por intercesión de la beata Anna Katharina, el Señor abra vuestro corazón a las necesidades interiores y exteriores del prójimo. Que el ejemplo de la beata refuerce en todos la virtud de la paciencia y el espíritu de sacrificio.

Carlos de Austria quiso cumplir siempre la voluntad de Dios. La fe fue para él el criterio en su responsabilidad como soberano y padre de familia. Siguiendo su ejemplo, que la fe en Dios marque también la orientación de vuestra vida. Que los nuevos beatos os acompañen en vuestra peregrinación hacia la patria celestial.

5. Me alegra saludar a los obispos y a los representantes de las autoridades civiles, así como a los hermanos trapenses, a las Hermanas del Santísimo Sacramento, y a todos los peregrinos de lengua francesa presentes esta mañana. Que los nuevos beatos os ayuden a dar siempre gracias a Dios.

Saludo a los obispos, sacerdotes y fieles, y con especial afecto a las Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia, que participan en esta audiencia. Encomiendo a todos a la intercesión de los nuevos beatos.

Dirijo un saludo cordial a los obispos, a los sacerdotes y a los religiosos, así como a los numerosos fieles de los países de lengua alemana. Dios os conserve en su gracia.

Amadísimos hermanos y hermanas, invocando la celestial intercesión de la Virgen María y de los nuevos beatos, os bendigo de corazón juntamente con vuestras comunidades de procedencia y con vuestros seres queridos.



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