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CONCIERTO DE NAVIDAD DIRIGIDO POR EL MAESTRO RICCARDO MUTI

DISCURSO DEL SANTO PADRE LEÓN XIV 

Aula Pablo VI
Viernes, 12 de diciembre de 2025

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Queridos hermanos y hermanas,

estoy muy agradecido por este Concierto, con motivo de la Navidad del Señor. San Agustín, en su tratado sobre la música, la llama scientia bene modulandi, relacionándola con el arte de guiar el corazón hacia Dios. La música es una vía privilegiada para comprender la altísima dignidad del ser humano y para confirmarlo en su vocación más auténtica.

Agradezco a las instituciones que han promovido esta iniciativa —el Dicasterio para la Cultura y la Educación y la Fundación Pontificia Gravissimum Educationis— y a todos aquellos que, de diversas maneras, han hecho posible su realización.

Saludo al maestro Riccardo Muti, a quien hoy se le confiere el Premio Ratzinger, en señal de reconocimiento por una vida enteramente consagrada a la música, lugar de disciplina y revelación. El papa Benedicto XVI gustaba recordar que «la verdadera belleza hiere, abre el corazón, lo dilata», y en la música buscaba la voz de Dios en el universo. En este itinerario de búsqueda de la belleza, usted, querido maestro, tuvo la oportunidad de encontrarse varias veces con el cardenal Ratzinger, empezando por cuando él asistía a los conciertos en Salzburgo, en Múnich y luego en Roma. En los años siguientes, el papa Benedicto participó en sus actuaciones en el Aula Pablo VI, donde le entregó la Gran Cruz de San Gregorio Magno. El premio que recibe hoy es la continuación de esa relación, de un diálogo abierto al misterio y orientado al bien común, a la armonía.

Esta responsabilidad ética del arte musical fue bien ilustrada por mi venerado predecesor, el papa Francisco, que amaba la música y la escuchaba con gusto espiritual. La música, dijo, «otorga a quienes la cultivan una mirada sabia y serena, con la que se superan más fácilmente las divisiones y los antagonismos, para estar —al igual que los instrumentos de una orquesta o las voces de un coro— en armonía, para vigilar las desafinaciones y corregir las disonancias, que también son útiles para la dinámica de las composiciones, siempre que se integren en un sabio tejido armónico». [1] Armonizar significa mantener unidas diferencias que podrían chocar, permitiéndoles generar una unidad superior. También el silencio contribuye a este fin: no es ausencia, es preparación, porque en él se forma la posibilidad de la palabra, en la pausa aflora la verdad.

Maestro Muti, su forma de interpretar la dirección, el arte de escuchar y la responsabilidad, se refleja también en su inclinación natural por la formación. Así lo demuestran su vínculo con los conservatorios italianos y la práctica de los «ensayos abiertos», ofrecidos como forma de compartir, donde cada gesto es un acto de confianza, una invitación más que una orden.

Por lo tanto, parece especialmente coherente la concesión del Premio Ratzinger a quien ha sabido custodiar lo que Benedicto XVI siempre ha considerado el corazón del arte: la posibilidad de hacer resonar, a través de la belleza, una chispa de la presencia de Dios.

Agradezco a la Orquesta Juvenil «Luigi Cherubini», cuya participación ha permitido dar voz al talento y la creatividad de los jóvenes, y al Coro «Guido Chigi Saracini» de la Catedral de Siena.

El concierto de esta noche es una ocasión para sensibilizar y comprometerse en el ámbito educativo: en el mundo, de hecho, millones de niños y niñas están excluidos de cualquier tipo de escolarización. Por ello, saludo con esperanza el nacimiento del Observatorio sobre la desigualdad y el acceso universal a la educación, anunciado con motivo del reciente Jubileo del Mundo Educativo. El Dicasterio para la Cultura y la Educación está reuniendo en torno a este proyecto a todos aquellos que se preocupan por la educación de los jóvenes, empezando por la Fundación Galileo, que ha manifestado su adhesión mediante el apoyo a esta velada y a los proyectos educativos de la Fundación Gravissimum Educationis.

Hermanas y hermanos, ante la inminencia de la Santa Navidad, renuevo la invitación a perseverar en la oración para que Dios nos conceda el don de la paz. Sobre todos ustedes, y sobre quienes han seguido el acto gracias a la retransmisión televisiva, invoco de corazón la bendición del Señor.

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Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 12 de diciembre de 2025