Lumen Fidei - page 7

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en estrella que muestre el horizonte de nuestro
camino en un tiempo en el que el hombre tiene
especialmente necesidad de luz.
5. El Señor, antes de su pasión, dijo a Pedro:
«He pedido por ti, para que tu fe no se apague »
(
Lc
22,32). Y luego le pidió que confirmase a sus
hermanos en esa misma fe. Consciente de la tarea
confiada al Sucesor de Pedro, Benedicto XVI de-
cidió convocar este
Año de la fe,
un tiempo de gra-
cia que nos está ayudando a sentir la gran alegría
de creer, a reavivar la percepción de la amplitud de
horizontes que la fe nos desvela, para confesarla
en su unidad e integridad, fieles a la memoria del
Señor, sostenidos por su presencia y por la acción
del Espíritu Santo. La convicción de una fe que
hace grande y plena la vida, centrada en Cristo
y en la fuerza de su gracia, animaba la misión de
los primeros cristianos. En las Actas de los márti-
res leemos este diálogo entre el prefecto romano
Rústico y el cristiano Hierax: « ¿Dónde están tus
padres? », pregunta el juez al mártir. Y éste respon-
de: «Nuestro verdadero padre es Cristo, y nuestra
madre, la fe en él ».
5
Para aquellos cristianos, la fe,
en cuanto encuentro con el Dios vivo manifestado
en Cristo, era una «madre », porque los daba a luz,
engendraba en ellos la vida divina, una nueva ex-
periencia, una visión luminosa de la existencia por
la que estaban dispuestos a dar testimonio público
hasta el final.
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Acta Sanctorum,
Junii, I, 21.
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