Lumen Fidei - page 14

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fundación del mundo… y nos ha destinado a ser
sus hijos » (
Ef
1,4-5). Para Abrahán, la fe en Dios
ilumina las raíces más profundas de su ser, le per-
mite reconocer la fuente de bondad que hay en
el origen de todas las cosas, y confirmar que su
vida no procede de la nada o la casualidad, sino
de una llamada y un amor personal. El Dios mis-
terioso que lo ha llamado no es un Dios extraño,
sino aquel que es origen de todo y que todo lo
sostiene. La gran prueba de la fe de Abrahán, el
sacrificio de su hijo Isaac, nos permite ver hasta
qué punto este amor originario es capaz de ga-
rantizar la vida incluso después de la muerte. La
Palabra que ha sido capaz de suscitar un hijo con
su cuerpo «medio muerto » y « en el seno estéril »
de Sara (cf.
Rm
4,19), será también capaz de ga-
rantizar la promesa de un futuro más allá de toda
amenaza o peligro (cf.
Hb
11,19;
Rm
4,21).
La fe de Israel
12. En el libro del Éxodo, la historia del pueblo
de Israel sigue la estela de la fe de Abrahán. La
fe nace de nuevo de un don originario: Israel se
abre a la intervención de Dios, que quiere librarlo
de su miseria. La fe es la llamada a un largo ca-
mino para adorar al Señor en el Sinaí y heredar
la tierra prometida. El amor divino se describe
con los rasgos de un padre que lleva de la mano a
su hijo por el camino (cf.
Dt
1,31). La confesión
de fe de Israel se formula como narración de los
beneficios de Dios, de su intervención para libe-
rar y guiar al pueblo (cf.
Dt
26,5-11), narración
1...,4,5,6,7,8,9,10,11,12,13 15,16,17,18,19,20,21,22,23,24,...88
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