DISCURSO DEL SANTO PADRE LEÓN XIV
A LOS DONANTES DEL BELÉN DEL AULA PABLO VI
Y DEL ÁRBOL Y BELÉN DE LA PLAZA DE SAN PEDRO
Aula Pablo VI
Lunes, 15 de diciembre de 2025
_________________________________
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
¡La paz esté con ustedes!
Queridos hermanos y hermanas, hermanos y hermanas,
me alegra recibir a todos ustedes, aquí reunidos para la presentación oficial del Belén y del Árbol que decoran la Plaza de San Pedro, así como del Nacimiento colocado en esta Aula.
Saludo a la delegación de la Diócesis de Nocera Inferiore-Sarno, de donde procede el belén: al obispo Giuseppe Giudice, a las autoridades civiles y a los diferentes grupos eclesiales. Les agradezco esta obra artística que evoca elementos típicos de su territorio, como el Baptisterio de Santa María la Mayor de Nocera Superiore, la fuente Helvius de Sant’Egidio del Monte Albino y los característicos patios del Agro Nocerino-Sarnese. Son lugares habitados por San Alfonso María de Ligorio, por los Siervos de Dios Don Enrico Smaldone y Alfonso Russo. Agradezco a las empresas participantes, a los maestros artesanos y a todos los que han ideado el proyecto y colaborado en su realización, con el objetivo de unir arte y espiritualidad en una escenografía que narra la fe y las raíces culturales de su tierra.
A los peregrinos procedentes de todas partes del mundo que acudirán a la Plaza de San Pedro, el belén les recordará que Dios se acerca a la humanidad, se hace uno de nosotros, entrando en nuestra historia con la pequeñez de un niño. De hecho, en la pobreza del establo de Belén, contemplamos un misterio de humildad y amor. Ante cada belén, incluso los que hacemos en nuestras casas, revivimos ese acontecimiento y redescubrimos la necesidad de buscar momentos de silencio y oración en nuestra vida, para hallarnos a nosotros mismos y entrar en comunión con Dios.
La Virgen María es el modelo del silencio adorador. A diferencia de los pastores que, al regresar de Belén, glorifican a Dios y cuentan lo que han visto y oído, la Madre de Jesús guarda todo en su corazón (cf. Lc 2,19). Su silencio no es simple silencio: es asombro y adoración.
Junto al belén, se encuentra el abeto rojo procedente de los bosques de los municipios de Lagundo y Ultimo, en la diócesis de Bolzano-Bressanone. Saludo a la delegación que viene de esa hermosa tierra: el obispo Ivo Muser, los alcaldes, las demás autoridades y las diferentes agrupaciones eclesiales y civiles. El árbol, con sus ramas siempre verdes, es signo de vida y evoca la esperanza que no se apaga ni siquiera en el frío del invierno. Las luces que lo adornan simbolizan a Cristo, luz del mundo, que ha venido a disipar las tinieblas del pecado e iluminar nuestro camino. Además del gran abeto, de esas mismas localidades del Alto Adige proceden los demás árboles de menor tamaño destinados a oficinas, lugares públicos y diversos ambientes de la Ciudad del Vaticano.
La representación del Nacimiento, que permanecerá en esta Aula durante todo el período navideño, procede de Costa Rica y se titula Nacimiento Gaudium. Cada una de las veintiocho mil cintas de colores que decoran la escena representa una vida preservada del aborto gracias a la oración y al apoyo prestado por organizaciones católicas a muchas madres en dificultades. Agradezco a la artista costarricense que, junto con el mensaje de paz de la Navidad, ha querido lanzar también un llamamiento para que se proteja la vida desde el momento de la concepción. Saludo a la delegación de Costa Rica, en particular a la señora Signe Zeicate, primera dama de la República, con su hija, y al embajador de Costa Rica ante la Santa Sede.
Queridos hermanos y hermanas, el belén y el árbol son signos de fe y esperanza; mientras los contemplamos en nuestras casas, en las parroquias y en las plazas, pidamos al Señor que renueve en nosotros el don de la paz y la fraternidad. Oremos por quienes sufren a causa de la guerra y la violencia; en particular, hoy deseo encomendar al Señor a las víctimas del atentado terrorista perpetrado ayer en Sídney contra la comunidad judía. ¡Basta ya de estas formas de violencia antisemita! Debemos eliminar el odio de nuestros corazones.
Dejemos que la ternura del Niño Jesús ilumine nuestra vida. Dejemos que el amor de Dios, como las ramas de un árbol siempre verde, permanezca ferviente en nosotros. Renuevo mi gratitud a todos ustedes, así como a la Dirección de Infraestructuras y Servicios del Gobernadorado, por su generoso compromiso y, mientras invoco la protección maternal de María Santísima sobre ustedes y sus familias, les imparto de corazón la bendición apostólica.
__________________
Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 15 de diciembre de 2025
Copyright © Dicasterio para la Comunicación - Libreria Editrice Vaticana