DISCURSO DEL SANTO PADRE LEÓN XIV
 A LOS MIEMBROS DE LA 
 "ORGANIZACIÓN DE UNIVERSIDADES CATÓLICAS 
 DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE" (ODUCAL)
Sala Clementina
 Viernes, 31 de octubre de 2025
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En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. La paz esté con ustedes.
Buenos días a todos y bienvenidos. Voy a intentar ir un poco rápido porque me gustaría saludar personalmente a todos. Entonces, así pasamos un momento también muy fraterno, en el contexto de este Jubileo, de esta presencia de ustedes aquí en Roma.
Saludo al Presidente de la Organización de Universidades Católicas de América Latina y el Caribe, el Padre Anderson Antonio Pedroso, S.I., bienvenido, y a todos los miembros de la ODUCAL que, desempeñando diversos roles, sirven a la misión educativa de la Iglesia.
Su peregrinación a Roma, con motivo del Jubileo del mundo Educativo, es un signo visible de los lazos de colaboración y afecto que deben caracterizar a su Organización. Ustedes son conscientes de que, entre las finalidades de esta red de más de cien instituciones, está el progreso de la educación superior católica y el servir a la sociedad, creando espacios de encuentro entre fe y cultura, para anunciar el Evangelio en el ámbito universitario.
Este peregrinar juntos ya dice mucho, porque expresa la misión misma por la que la universidad nació en el seno de la Iglesia católica: ser un «centro incomparable de creatividad y de irradiación del saber para el bien de la humanidad» [1] en el que «el esfuerzo conjunto de la inteligencia y de la fe permita a los hombres alcanzar la medida plena de su humanidad». [2]
Hoy, la universidad católica —como afirmó el Papa Francisco—, sigue siendo uno de los mejores instrumentos que la Iglesia ofrece a nuestra época, y es expresión de aquel amor que anima cada acción de la Iglesia, es decir, el amor de Dios por la persona humana. [3]
Desde los orígenes mismos de la vida universitaria en América Latina, la Iglesia ha sido motor en la educación. Las primeras universidades del continente —como la de Santo Domingo, San Marcos de Lima, México, y muchas otras— nacieron de la iniciativa de obispos, religiosos y misioneros convencidos de que anunciar a Jesucristo, «Camino, Verdad y Vida» ( Jn 14,6), «es parte integrante del mensaje salvífico cristiano». [4]
Las universidades que ustedes representan, movidas por la misma convicción, «están llamadas a convertirse en “itinerarios de la mente hacia Dios”» [5] encarnando así, la identidad católica que debe distinguirlas. La propuesta de la educación superior católica no es otra que buscar el desarrollo integral de la persona humana, formando inteligencias con sentido crítico, corazones creyentes y ciudadanos comprometidos con el bien común. Y todo esto, con excelencia, competencia y profesionalidad.
Ustedes conocen bien los retos que hoy la educación enfrenta. Con creatividad, y sabiendo que la gracia los sostiene, sigan adelante con la misión que la Iglesia les confía.
Agradezco todos sus esfuerzos y trabajos para llevar adelante esta gran tarea y los encomiendo a la Virgen María, Trono de la Sabiduría, para que, como ella, siempre sean dóciles a la acción de Aquél que es la Sabiduría misma, Jesucristo nuestro Señor. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
Oremos como Jesús nos ha enseñado:
Padrenuestro.
[Bendición].
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[1] S. Juan Pablo II, Const. ap. Ex Corde Eclesiae, 1.
[3] Cf. Francisco, Discurso a la Delegación de la Federación Internacional de las Universidades Católicas (19 enero 2024).
[4] Id., Discurso a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Congregación para la Educación Católica (20 febrero 2020).
[5] Mensaje a los participantes en la 28.ª Asamblea General de la FIUC (21 julio 2025).
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