15
impone una nueva obligación, sino como quien
comparte una alegrÃa, señala un horizonte bello,
ofrece un banquete deseable. La Iglesia no crece
por proselitismo sino « por atracción ».
13
15.âJuan Pablo II nos invitó a reconocer que « es
necesario mantener viva la solicitud por el anun-
cio » a los que están alejados de Cristo, « porque
ésta es
la tarea primordial
de la Iglesia ».
14
La acti-
vidad misionera « representa aún hoy dÃa
el mayor
desafÃo
para la Iglesia »
15
y «âla causa misionera
debe
ser la primera
».
16
¿Qué sucederÃa si nos tomáramos
realmente en serio esas palabras? Simplemente
reconocerÃamos que la salida misionera es
el pa-
radigma de toda obra de la Iglesia
. En esta lÃnea, los
Obispos latinoamericanos afirmaron que ya « no
podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva
en nuestros templos »
17
y que hace falta pasar « de
una pastoral de mera conservación a una pasto-
ral decididamente misionera ».
18
Esta tarea sigue
siendo la fuente de las mayores alegrÃas para la
Iglesia: «Habrá más gozo en el cielo por un solo
13
âB
enedicto
XVI,
HomilÃa en la EucaristÃa de inauguración
de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano
y del Ca-
ribe en el Santuario de «La Aparecida »
(13 mayo 2007):
AAS
99
(2007), 437.
14
âCarta enc.
Redemptoris missio
(7 diciembre 1990), 34:
AAS
83 (1991), 280.
15
IbÃd.
, 40:
AAS
83 (1991), 287.
16
IbÃd.
, 86:
AAS
83 (1991), 333.
17
âV C
onferencia
G
eneral del
E
piscopado
L
atinoame
-
ricano y del
C
aribe
,
Documento de Aparecida
(29 junio 2007), 548.
18
IbÃd.
, 370.