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CAPÃTULO TERCERO
EL ANUNCIO DEL EVANGELIO
110.âDespués de tomar en cuenta algunos de-
safÃos de la realidad actual, quiero recordar ahora
la tarea que nos apremia en cualquier época y lu-
gar, porque « no puede haber auténtica evangeli-
zación sin la
proclamación explÃcita
de que Jesús es
el Señor », y sin que exista un « primado de la pro-
clamación de Jesucristo en cualquier actividad de
evangelización ».
77
Recogiendo las inquietudes de
los Obispos asiáticos, Juan Pablo II expresó que,
si la Iglesia « debe cumplir su destino providen-
cial, la evangelización, como predicación alegre,
paciente y progresiva de la muerte y resurrección
salvÃfica de Jesucristo, debe ser vuestra prioridad
absoluta ».
78
Esto vale para todos.
I.
T
odo el
P
ueblo de
D
ios anuncia el
E
vangelio
111.âLa evangelización es tarea de la Iglesia.
Pero este sujeto de la evangelización es más que
una institución orgánica y jerárquica, porque es
ante todo un pueblo que peregrina hacia Dios. Es
ciertamente un
misterio
que hunde sus raÃces en la
77
âJ
uan
P
ablo
II, Exhort. ap. postsinodal
Ecclesia in Asia
(6 noviembre 1999), 19:
AAS
92 (2000), 478.
78
IbÃd.
, 2:
AAS
92 (2000), 451.