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     creyeron en Jesús « por la palabra de la mujer » ( 
    
 
     
      Jn  
    
 
     
     4,39). También san Pablo, a partir de su encuen- 
    
 
     
     tro con Jesucristo, « enseguida se puso a predicar 
    
 
     
     que Jesús era el Hijo de Dios » ( 
    
 
     
      Hch  
    
 
     
     9,20). ¿A qué 
    
 
     
     esperamos nosotros? 
    
 
     
     121.âPor supuesto que todos estamos llamados 
    
 
     
     a crecer como evangelizadores. Procuramos al 
    
 
     
     mismo tiempo una mejor formación, una pro- 
    
 
     
     fundización de nuestro amor y un testimonio 
    
 
     
     más claro del Evangelio. En ese sentido, todos 
    
 
     
     tenemos que dejar que los demás nos evangelicen 
    
 
     
     constantemente; pero eso no significa que deba- 
    
 
     
     mos postergar la misión evangelizadora, sino que 
    
 
     
     encontremos el modo de comunicar a Jesús que 
    
 
     
     corresponda a la situación en que nos hallemos. 
    
 
     
     En cualquier caso, todos somos llamados a ofre- 
    
 
     
     cer a los demás el testimonio explÃcito del amor 
    
 
     
     salvÃfico del Señor, que más allá de nuestras im- 
    
 
     
     perfecciones nos ofrece su cercanÃa, su Palabra, 
    
 
     
     su fuerza, y le da un sentido a nuestra vida. Tu 
    
 
     
     corazón sabe que no es lo mismo la vida sin Ãl; 
    
 
     
     entonces eso que has descubierto, eso que te ayu- 
    
 
     
     da a vivir y que te da una esperanza, eso es lo que 
    
 
     
     necesitas comunicar a los otros. Nuestra imper- 
    
 
     
     fección no debe ser una excusa; al contrario, la 
    
 
     
     misión es un estÃmulo constante para no quedar- 
    
 
     
     se en la mediocridad y para seguir creciendo. El 
    
 
     
     testimonio de fe que todo cristiano está llamado 
    
 
     
     a ofrecer implica decir como san Pablo: «No es 
    
 
     
     que lo tenga ya conseguido o que ya sea perfecto, 
    
 
     
     sino que continúo mi carrera [...] y me lanzo a lo 
    
 
     
     que está por delante » ( 
    
 
     
      Flp  
    
 
     
     3,12-13).