106
sidad tiene que ser siempre reconciliada con la
ayuda del EspÃritu Santo; sólo Ãl puede suscitar
la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al
mismo tiempo, realizar la unidad. En cambio,
cuando somos nosotros los que pretendemos la
diversidad y nos encerramos en nuestros parti-
cularismos, en nuestros exclusivismos, provoca-
mos la división y, por otra parte, cuando somos
nosotros quienes queremos construir la unidad
con nuestros planes humanos, terminamos por
imponer la uniformidad, la homologación. Esto
no ayuda a la misión de la Iglesia.
Cultura, pensamiento y educación
132.âEl anuncio a la cultura implica también un
anuncio a las culturas profesionales, cientÃficas y
académicas. Se trata del encuentro entre la fe, la
razón y las ciencias, que procura desarrollar un
nuevo discurso de la credibilidad, una original
apologética
109
que ayude a crear las disposiciones
para que el Evangelio sea escuchado por todos.
Cuando algunas categorÃas de la razón y de las
ciencias son acogidas en el anuncio del mensaje,
esas mismas categorÃas se convierten en instru-
mentos de evangelización; es el agua convertida
en vino. Es aquello que, asumido, no sólo es redi-
mido sino que se vuelve instrumento del EspÃritu
para iluminar y renovar el mundo.
109
âCf.
Propositio
17.