EVANGELII GAUDIUM - page 112

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su misterio a todos, para cautivar a gente común
con enseñanzas tan elevadas y de tanta exigencia.
Creo que el secreto se esconde en esa mirada de
Jesús hacia el pueblo, más allá de sus debilidades
y caídas: «No temas, pequeño rebaño, porque a
vuestro Padre le ha parecido bien daros el Reino »
(
Lc
12,32); Jesús predica con ese espíritu. Ben-
dice lleno de gozo en el Espíritu al Padre que
le atrae a los pequeños: «Yo te bendigo, Padre,
Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo
ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, se las
has revelado a pequeños » (
Lc
10,21). El Señor se
complace de verdad en dialogar con su pueblo y
al predicador le toca hacerle sentir este gusto del
Señor a su gente.
Palabras que hacen arder los corazones
142. Un diálogo es mucho más que la comuni-
cación de una verdad. Se realiza por el gusto de
hablar y por el bien concreto que se comunica
entre los que se aman por medio de las palabras.
Es un bien que no consiste en cosas, sino en las
personas mismas que mutuamente se dan en el
diálogo. La predicación puramente moralista o
adoctrinadora, y también la que se convierte en
una clase de exégesis, reducen esta comunicación
entre corazones que se da en la homilía y que tie-
ne que tener un carácter cuasi sacramental: « La
fe viene de la predicación, y la predicación, por la
Palabra de Cristo » (
Rm
10,17). En la homilía, la
verdad va de la mano de la belleza y del bien. No
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