100
manente desarrollo, donde el EspÃritu Santo es el
agente principal.
99
123.âEn la piedad popular puede percibirse el
modo en que la fe recibida se encarnó en una
cultura y se sigue transmitiendo. En algún tiem-
po mirada con desconfianza, ha sido objeto de
revalorización en las décadas posteriores al Con-
cilio. Fue Pablo VI en su Exhortación apostólica
Evangelii Nuntiandi
quien dio un impulso decisivo
en ese sentido. Allà explica que la piedad popular
« refleja una sed de Dios que solamente los po-
bres y sencillos pueden conocer »
100
y que « hace
capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroÃs-
mo, cuando se trata de manifestar la fe ».
101
Más
cerca de nuestros dÃas, Benedicto XVI, en Amé-
rica Latina, señaló que se trata de un « precioso
tesoro de la Iglesia católica » y que en ella « apa-
rece el alma de los pueblos latinoamericanos ».
102
124.âEn el
Documento de Aparecida
se describen
las riquezas que el EspÃritu Santo despliega en la
piedad popular con su iniciativa gratuita. En ese
amado continente, donde gran cantidad de cris-
tianos expresan su fe a través de la piedad popu-
lar, los Obispos la llaman también « espiritualidad
99
âCf. J
uan
P
ablo
II, Exhort. ap. postsinodal
Ecclesia in
Asia
(6 noviembre 1999), 21:
AAS
92 (2000), 482-484.
100
âN. 48:
AAS
68 (1976), 38.
101
IbÃd
.
102
Discurso en la Sesión inaugural de la V Conferencia general del
Episcopado Latinoamericano y del Caribe
(13 mayo 2007), 1:
AAS
99
(2007), 446-447.