Lumen Fidei - page 77

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se encuentra en peligro de muerte, una muerte
que se convertirá en vida para los cristianos (cf.
2 Co
4,7-12). En la hora de la prueba, la fe nos
ilumina y, precisamente en medio del sufrimiento
y la debilidad, aparece claro que « no nos predica-
mos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como
Señor » (
2 Co
4,5). El capítulo 11 de la Carta a los
Hebreos termina con una referencia a aquellos
que han sufrido por la fe (cf.
Hb
11,35-38), en-
tre los cuales ocupa un puesto destacado Moisés,
que ha asumido la afrenta de Cristo (cf. v. 26).
El cristiano sabe que siempre habrá sufrimiento,
pero que le puede dar sentido, puede convertir-
lo en acto de amor, de entrega confiada en las
manos de Dios, que no nos abandona y, de este
modo, puede constituir una etapa de crecimiento
en la fe y en el amor. Viendo la unión de Cristo
con el Padre, incluso en el momento de mayor
sufrimiento en la cruz (cf.
Mc
15,34), el cristiano
aprende a participar en la misma mirada de Cris-
to. Incluso la muerte queda iluminada y puede ser
vivida como la última llamada de la fe, el último
« Sal de tu tierra », el último «Ven », pronunciado
por el Padre, en cuyas manos nos ponemos con
la confianza de que nos sostendrá incluso en el
paso definitivo.
57. La luz de la fe no nos lleva a olvidarnos de
los sufrimientos del mundo. ¡Cuántos hombres
y mujeres de fe han recibido luz de las personas
que sufren! San Francisco de Asís, del leproso;
la Beata Madre Teresa de Calcuta, de sus pobres.
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