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Luz para la vida en sociedad
54.âÂÂAsimilada y profundizada en la familia, la
fe ilumina todas las relaciones sociales. Como ex-
periencia de la paternidad y de la misericordia de
Dios, se expande en un camino fraterno. En la
«modernidad » se ha intentado construir la fra-
ternidad universal entre los hombres fundándo-
se sobre la igualdad. Poco a poco, sin embargo,
hemos comprendido que esta fraternidad, sin
referencia a un Padre común como fundamen-
to último, no logra subsistir. Es necesario volver
a la verdadera raÃz de la fraternidad. Desde su
mismo origen, la historia de la fe es una historia
de fraternidad, si bien no exenta de conflictos.
Dios llama a Abrahán a salir de su tierra y le pro-
mete hacer de él una sola gran nación, un gran
pueblo, sobre el que desciende la bendición de
Dios (cf.
Gn
12,1-3). A lo largo de la historia de
la salvación, el hombre descubre que Dios quie-
re hacer partÃcipes a todos, como hermanos, de
la única bendición, que encuentra su plenitud en
Jesús, para que todos sean uno. El amor inagota-
ble del Padre se nos comunica en Jesús, también
mediante la presencia del hermano. La fe nos en-
seña que cada hombre es una bendición para mÃ,
que la luz del rostro de Dios me ilumina a través
del rostro del hermano.
¡Cuántos beneficios ha aportado la mirada
de la fe a la ciudad de los hombres para contribuir
a su vida común! Gracias a la fe, hemos descu-
bierto la dignidad única de cada persona, que no
era tan evidente en el mundo antiguo. En el siglo