79
En unidad con la fe y la caridad, la esperan-
za nos proyecta hacia un futuro cierto, que se si-
túa en una perspectiva diversa de las propuestas
ilusorias de los Ãdolos del mundo, pero que da
un impulso y una fuerza nueva para vivir cada
dÃa. No nos dejemos robar la esperanza, no per-
mitamos que la banalicen con soluciones y pro-
puestas inmediatas que obstruyen el camino, que
« fragmentan » el tiempo, transformándolo en es-
pacio. El tiempo es siempre superior al espacio.
El espacio cristaliza los procesos; el tiempo, en
cambio, proyecta hacia el futuro e impulsa a ca-
minar con esperanza.
B
ienaventurada
la que ha
creÃdo
(
Lc 1,45
)
58.âÂÂEn la parábola del sembrador, san Lucas
nos ha dejado estas palabras con las que Jesús ex-
plica el significado de la « tierra buena »: « Son los
que escuchan la palabra con un corazón noble y
generoso, la guardan y dan fruto con perseveran-
cia » (
Lc
8,15). En el contexto del Evangelio de
Lucas, la mención del corazón noble y genero-
so, que escucha y guarda la Palabra, es un retrato
implÃcito de la fe de la Virgen MarÃa. El mismo
evangelista habla de la memoria de MarÃa, que
conservaba en su corazón todo lo que escuchaba
y veÃa, de modo que la Palabra diese fruto en su
vida. La Madre del Señor es icono perfecto de
la fe, como dice santa Isabel: « Bienaventurada la
que ha creÃdo » (
Lc
1,45).
En MarÃa, Hija de Sión, se cumple la larga
historia de fe del Antiguo Testamento, que inclu-