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Las relaciones con el JudaÃsmo
247.âUna mirada muy especial se dirige al pue-
blo judÃo, cuya Alianza con Dios jamás ha sido
revocada, porque «âlos dones y el llamado de
Dios son irrevocables » (
Rm
11,29). La Iglesia,
que comparte con el JudaÃsmo una parte impor-
tante de las Sagradas Escrituras, considera al pue-
blo de la Alianza y su fe como una raÃz sagrada
de la propia identidad cristiana (cf.
Rm
11,16-18).
Los cristianos no podemos considerar al JudaÃs-
mo como una religión ajena, ni incluimos a los
judÃos entre aquellos llamados a dejar los Ãdolos
para convertirse al verdadero Dios (cf.
1 Ts
1,9).
Creemos junto con ellos en el único Dios que ac-
túa en la historia, y acogemos con ellos la común
Palabra revelada.
248.âEl diálogo y la amistad con los hijos de
Israel son parte de la vida de los discÃpulos de
Jesús. El afecto que se ha desarrollado nos lleva a
lamentar sincera y amargamente las terribles per-
secuciones de las que fueron y son objeto, parti-
cularmente aquellas que involucran o involucra-
ron a cristianos.
249.âDios sigue obrando en el pueblo de la
Antigua Alianza y provoca tesoros de sabidurÃa
que brotan de su encuentro con la Palabra divina.
Por eso, la Iglesia también se enriquece cuando
recoge los valores del JudaÃsmo. Si bien algunas
convicciones cristianas son inaceptables para el
JudaÃsmo, y la Iglesia no puede dejar de anun-
ciar a Jesús como Señor y MesÃas, existe una rica