EVANGELII GAUDIUM - page 178

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tar atención a lo global para no caer en una mez-
quindad cotidiana. Al mismo tiempo, no convie-
ne perder de vista lo local, que nos hace caminar
con los pies sobre la tierra. Las dos cosas unidas
impiden caer en alguno de estos dos extremos:
uno, que los ciudadanos vivan en un universa-
lismo abstracto y globalizante, miméticos pasa-
jeros del furgón de cola, admirando los fuegos
artificiales del mundo, que es de otros, con la
boca abierta y aplausos programados; otro, que
se conviertan en un museo folklórico de ermi-
taños localistas, condenados a repetir siempre lo
mismo, incapaces de dejarse interpelar por el di-
ferente y de valorar la belleza que Dios derrama
fuera de sus límites.
235. El todo es más que la parte, y también es
más que la mera suma de ellas. Entonces, no hay
que obsesionarse demasiado por cuestiones limi-
tadas y particulares. Siempre hay que ampliar la
mirada para reconocer un bien mayor que nos
beneficiará a todos. Pero hay que hacerlo sin eva-
dirse, sin desarraigos. Es necesario hundir las raí-
ces en la tierra fértil y en la historia del propio
lugar, que es un don de Dios. Se trabaja en lo
pequeño, en lo cercano, pero con una perspectiva
más amplia. Del mismo modo, una persona que
conserva su peculiaridad personal y no esconde
su identidad, cuando integra cordialmente una
comunidad, no se anula sino que recibe siempre
nuevos estímulos para su propio desarrollo. No
es ni la esfera global que anula ni la parcialidad
aislada que esteriliza.
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