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impone el dinamismo de la realidad. Es una in-
vitación a asumir la tensión entre plenitud y lÃ-
mite, otorgando prioridad al tiempo. Uno de los
pecados que a veces se advierten en la actividad
sociopolÃtica consiste en privilegiar los espacios
de poder en lugar de los tiempos de los procesos.
Darle prioridad al espacio lleva a enloquecerse
para tener todo resuelto en el presente, para in-
tentar tomar posesión de todos los espacios de
poder y autoafirmación. Es cristalizar los pro-
cesos y pretender detenerlos. Darle prioridad al
tiempo es ocuparse de
iniciar procesos más que de
poseer espacios
. El tiempo rige los espacios, los ilu-
mina y los transforma en eslabones de una ca-
dena en constante crecimiento, sin caminos de
retorno. Se trata de privilegiar las acciones que
generan dinamismos nuevos en la sociedad e in-
volucran a otras personas y grupos que las desa-
rrollarán, hasta que fructifiquen en importantes
acontecimientos históricos. Nada de ansiedad,
pero sà convicciones claras y tenacidad.
224.â A veces me pregunto quiénes son los que
en el mundo actual se preocupan realmente por
generar procesos que construyan pueblo, más
que por obtener resultados inmediatos que pro-
ducen un rédito polÃtico fácil, rápido y efÃmero,
pero que no construyen la plenitud humana. La
historia los juzgará quizás con aquel criterio que
enunciaba Romano Guardini: «El único patrón
para valorar con acierto una época es preguntar
hasta qué punto se desarrolla en ella y alcanza
una auténtica razón de ser
la plenitud de la existencia