165
tean un desafÃo particular por ser Pastor de una
Iglesia sin fronteras que se siente madre de to-
dos. Por ello, exhorto a los paÃses a una generosa
apertura, que en lugar de temer la destrucción de
la identidad local sea capaz de crear nuevas sÃn-
tesis culturales. ¡Qué hermosas son las ciudades
que superan la desconfianza enfermiza e integran
a los diferentes, y que hacen de esa integración
un nuevo factor de desarrollo! ¡Qué lindas son
las ciudades que, aun en su diseño arquitectónico,
están llenas de espacios que conectan, relacionan,
favorecen el reconocimiento del otro!
211.âSiempre me angustió la situación de los
que son objeto de las diversas formas de trata
de personas. Quisiera que se escuchara el grito
de Dios preguntándonos a todos: « ¿Dónde está
tu hermano? » (
Gn
4,9). ¿Dónde está tu hermano
esclavo? ¿Dónde está ese que estás matando cada
dÃa en el taller clandestino, en la red de prostitu-
ción, en los niños que utilizas para mendicidad,
en aquel que tiene que trabajar a escondidas por-
que no ha sido formalizado? No nos hagamos
los distraÃdos. Hay mucho de complicidad. ¡La
pregunta es para todos! En nuestras ciudades
está instalado este crimen mafioso y aberrante,
y muchos tienen las manos preñadas de sangre
debido a la complicidad cómoda y muda.
212.âDoblemente pobres son las mujeres que
sufren situaciones de exclusión, maltrato y vio-
lencia, porque frecuentemente se encuentran con