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la dicotomÃa absoluta entre la economÃa y el bien
común social.
206.âLa economÃa, como la misma palabra in-
dica, deberÃa ser el arte de alcanzar una adecuada
administración de la casa común, que es el mun-
do entero. Todo acto económico de envergadura
realizado en una parte del planeta repercute en
el todo; por ello ningún gobierno puede actuar
al margen de una responsabilidad común. De
hecho, cada vez se vuelve más difÃcil encontrar
soluciones locales para las enormes contradiccio-
nes globales, por lo cual la polÃtica local se satura
de problemas a resolver. Si realmente queremos
alcanzar una sana economÃa mundial, hace falta
en estos momentos de la historia un modo más
eficiente de interacción que, dejando a salvo la
soberanÃa de las naciones, asegure el bienestar
económico de todos los paÃses y no sólo de unos
pocos.
207.âCualquier comunidad de la Iglesia, en la
medida en que pretenda subsistir tranquila sin
ocuparse creativamente y cooperar con eficiencia
para que los pobres vivan con dignidad y para
incluir a todos, también correrá el riesgo de la
disolución, aunque hable de temas sociales o cri-
tique a los gobiernos. Fácilmente terminará su-
mida en la mundanidad espiritual, disimulada con
prácticas religiosas, con reuniones infecundas o
con discursos vacÃos.