157
tendida como una « forma especial de primacÃa
en el ejercicio de la caridad cristiana, de la cual
da testimonio toda la tradición de la Iglesia ».
164
Esta opción âenseñaba Benedicto XVIâ « está
implÃcita en la fe cristológica en aquel Dios que
se ha hecho pobre por nosotros, para enrique-
cernos con su pobreza ».
165
Por eso quiero una
Iglesia pobre para los pobres. Ellos tienen mucho
que enseñarnos. Además de participar del
sensus
fidei,
en sus propios dolores conocen al Cristo
sufriente. Es necesario que todos nos dejemos
evangelizar por ellos. La nueva evangelización es
una invitación a reconocer la fuerza salvÃfica de
sus vidas y a ponerlos en el centro del camino de
la Iglesia. Estamos llamados a descubrir a Cristo
en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas,
pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a
interpretarlos y a recoger la misteriosa sabidurÃa
que Dios quiere comunicarnos a través de ellos.
199.âNuestro compromiso no consiste exclusi-
vamente en acciones o en programas de promo-
ción y asistencia; lo que el EspÃritu moviliza no
es un desborde activista, sino ante todo una
aten-
ción
puesta en el otro « considerándolo como uno
consigo ».
166
Esta atención amante es el inicio de
164
âJ
uan
P
ablo
II, Carta enc.
Sollicitudo rei socialis
(30 di-
ciembre 1987), 42:
AAS
80 (1988), 572.
165
Discurso en la Sesión inaugural de la V Conferencia General
del Episcopado Latinoamericano y del Caribe
(13 mayo 2007), 3:
AAS
99 (2007), 450.
166
âS
anto
T
omás de
A
quino
,
Summa Theologiae
II-II, q. 27,
art. 2.