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     realidades anteriores a la propiedad privada. La 
    
 
     
     posesión privada de los bienes se justifica para 
    
 
     
     cuidarlos y acrecentarlos de manera que sirvan 
    
 
     
     mejor al bien común, por lo cual la solidaridad 
    
 
     
     debe vivirse como la decisión de devolverle al 
    
 
     
     pobre lo que le corresponde. Estas convicciones 
    
 
     
     y hábitos de solidaridad, cuando se hacen carne, 
    
 
     
     abren camino a otras transformaciones estruc- 
    
 
     
     turales y las vuelven posibles. Un cambio en las 
    
 
     
     estructuras sin generar nuevas convicciones y ac- 
    
 
     
     titudes dará lugar a que esas mismas estructuras 
    
 
     
     tarde o temprano se vuelvan corruptas, pesadas 
    
 
     
     e ineficaces. 
    
 
     
     190.âA veces se trata de escuchar el clamor de 
    
 
     
     pueblos enteros, de los pueblos más pobres de la 
    
 
     
     tierra, porque «âla paz se funda no sólo en el res- 
    
 
     
     peto de los derechos del hombre, sino también 
    
 
     
     en el de los derechos de los pueblos ». 
    
 
     
     154 
    
 
     
     Lamen- 
    
 
     
     tablemente, aun los derechos humanos pueden 
    
 
     
     ser utilizados como justificación de una defensa 
    
 
     
     exacerbada de los derechos individuales o de los 
    
 
     
     derechos de los pueblos más ricos. Respetando 
    
 
     
     la independencia y la cultura de cada nación, hay 
    
 
     
     que recordar siempre que el planeta es de toda 
    
 
     
     la humanidad y para toda la humanidad, y que 
    
 
     
     el solo hecho de haber nacido en un lugar con 
    
 
     
     menores recursos o menor desarrollo no justifica 
    
 
     
     que algunas personas vivan con menor dignidad. 
    
 
     
     Hay que repetir que «âlos más favorecidos deben 
    
 
     
     154 
    
 
     
     âP 
    
 
     
     ontificio 
    
 
     
     C 
    
 
     
     onsejo 
    
 
     
     « J 
    
 
     
     usticia 
    
 
     
     y 
    
 
     
     P 
    
 
     
     az 
    
 
     
     », 
    
 
     
      Compendio de la  
    
 
     
      Doctrina Social de la Iglesia  
    
 
     
     , 157.