151
renunciar a algunos de sus derechos para poner
con mayor liberalidad sus bienes al servicio de los
demás ».
155
Para hablar adecuadamente de nues-
tros derechos necesitamos ampliar más la mirada
y abrir los oÃdos al clamor de otros pueblos o
de otras regiones del propio paÃs. Necesitamos
crecer en una solidaridad que « debe permitir a
todos los pueblos llegar a ser por sà mismos ar-
tÃfices de su destino »,
156
asà como « cada hombre
está llamado a desarrollarse ».
157
191.âEn cada lugar y circunstancia, los cristia-
nos, alentados por sus Pastores, están llamados
a escuchar el clamor de los pobres, como tan
bien expresaron los Obispos de Brasil: «Desea-
mos asumir, cada dÃa, las alegrÃas y esperanzas,
las angustias y tristezas del pueblo brasileño,
especialmente de las poblaciones de las perife-
rias urbanas y de las zonas rurales âsin tierra,
sin techo, sin pan, sin saludâ lesionadas en sus
derechos. Viendo sus miserias, escuchando sus
clamores y conociendo su sufrimiento, nos es-
candaliza el hecho de saber que existe alimento
suficiente para todos y que el hambre se debe a
la mala distribución de los bienes y de la renta. El
problema se agrava con la práctica generalizada
del desperdicio ».
158
155
âP
ablo
VI, Carta ap.
Octogesima adveniens
(14 mayo
1971), 23:
AAS
63 (1971), 418.
156
âP
ablo
VI, Carta enc.
Populorum Progressio
(26 marzo
1967), 65:
AAS
59 (1967), 289.
157
IbÃd
., 15:
AAS
59 (1967), 265.
158
âC
onferência
N
acional dos
B
ispos do
B
rasil
, Docu-