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sentimiento hermoso, que consuela y entusias-
ma, pero dependiendo de los cambios en nuestro
estado de ánimo o de la situación de los tiempos,
e incapaz de dar continuidad al camino de la vida.
Si la fe fuese eso, el rey Acaz tendrÃa razón en no
jugarse su vida y la integridad de su reino por una
emoción. En cambio, gracias a su unión intrÃn-
seca con la verdad, la fe es capaz de ofrecer una
luz nueva, superior a los cálculos del rey, porque
ve más allá, porque comprende la actuación de
Dios, que es fiel a su alianza y a sus promesas.
25.âÂÂRecuperar la conexión de la fe con la ver-
dad es hoy aun más necesario, precisamente por
la crisis de verdad en que nos encontramos. En
la cultura contemporánea se tiende a menudo a
aceptar como verdad sólo la verdad tecnológica:
es verdad aquello que el hombre consigue cons-
truir y medir con su ciencia; es verdad porque
funciona y asà hace más cómoda y fácil la vida.
Hoy parece que ésta es la única verdad cierta, la
única que se puede compartir con otros, la única
sobre la que es posible debatir y comprometerse
juntos. Por otra parte, estarÃan después las ver-
dades del individuo, que consisten en la auten-
ticidad con lo que cada uno siente dentro de sÃ,
válidas sólo para uno mismo, y que no se pue-
den proponer a los demás con la pretensión de
contribuir al bien común. La verdad grande, la
verdad que explica la vida personal y social en
su conjunto, es vista con sospecha. ¿No ha sido
esa verdad âÂÂse preguntanâ la que han preten-