Lumen Fidei - page 38

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también, que la verdad se revele en el tiempo; la vis-
ta aporta la visión completa de todo el recorrido y
nos permite situarnos en el gran proyecto de Dios;
sin esa visión, tendríamos solamente fragmentos
aislados de un todo desconocido.
30. La conexión entre el ver y el escuchar, como
órganos de conocimiento de la fe, aparece con
toda claridad en el Evangelio de san Juan. Para el
cuarto Evangelio, creer es escuchar y, al mismo
tiempo, ver. La escucha de la fe tiene las mismas
características que el conocimiento propio del
amor: es una escucha personal, que distingue la
voz y reconoce la del Buen Pastor (cf.
Jn
10,3-5);
una escucha que requiere seguimiento, como en
el caso de los primeros discípulos, que « oyeron
sus palabras y siguieron a Jesús » (
Jn
1,37). Por
otra parte, la fe está unida también a la visión.
A veces, la visión de los signos de Jesús precede
a la fe, como en el caso de aquellos judíos que,
tras la resurrección de Lázaro, « al ver lo que ha-
bía hecho Jesús, creyeron en él » (
Jn
11,45). Otras
veces, la fe lleva a una visión más profunda: « Si
crees, verás la gloria de Dios » (
Jn
11,40). Al final,
creer y ver están entrelazados: «El que cree en mí
[…] cree en el que me ha enviado. Y el que me
ve a mí, ve al que me ha enviado » (
Jn
12,44-45).
Gracias a la unión con la escucha, el ver también
forma parte del seguimiento de Jesús, y la fe se
presenta como un camino de la mirada, en el que
los ojos se acostumbran a ver en profundidad.
Así, en la mañana de Pascua, se pasa de Juan que,
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