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Fe y teologÃa
36.âÂÂAl tratarse de una luz, la fe nos invita a
adentrarnos en ella, a explorar cada vez más los
horizontes que ilumina, para conocer mejor lo
que amamos. De este deseo nace la teologÃa cris-
tiana. Por tanto, la teologÃa es imposible sin la fe y
forma parte del movimiento mismo de la fe, que
busca la inteligencia más profunda de la autorre-
velación de Dios, cuyo culmen es el misterio de
Cristo. La primera consecuencia de esto es que la
teologÃa no consiste sólo en un esfuerzo de la ra-
zón por escrutar y conocer, como en las ciencias
experimentales. Dios no se puede reducir a un
objeto. ÃÂl es Sujeto que se deja conocer y se ma-
nifiesta en la relación de persona a persona. La fe
recta orienta la razón a abrirse a la luz que viene
de Dios, para que, guiada por el amor a la verdad,
pueda conocer a Dios más profundamente. Los
grandes doctores y teólogos medievales han indi-
cado que la teologÃa, como ciencia de la fe, es una
participación en el conocimiento que Dios tiene
de sà mismo. La teologÃa, por tanto, no es sola-
mente palabra sobre Dios, sino ante todo acogida
y búsqueda de una inteligencia más profunda de
esa palabra que Dios nos dirige, palabra que Dios
pronuncia sobre sà mismo, porque es un diálogo
eterno de comunión, y admite al hombre dentro
de este diálogo.
33
Asà pues, la humildad que se
33
âÂÂCf. B
uenaventura
,
Breviloquium, Prol.:
Opera Omnia,
V, Quaracchi 1891, p. 201;
In I Sent., proem.,
q. 1, resp.: Opera
Omnia, I, Quaracchi 1891, p. 7; T
omás de
A
quino
,
S. Th.
I, q. 1.