Lumen Fidei - page 57

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bautismo nos recuerda así que la fe no es obra de
un individuo aislado, no es un acto que el hom-
bre pueda realizar contando sólo con sus fuerzas,
sino que tiene que ser recibida, entrando en la
comunión eclesial que transmite el don de Dios:
nadie se bautiza a sí mismo, igual que nadie nace
por su cuenta. Hemos sido bautizados.
42. ¿Cuáles son los elementos del bautismo que
nos introducen en este nuevo «modelo de doc-
trina »? Sobre el catecúmeno se invoca, en primer
lugar, el nombre de la Trinidad: Padre, Hijo y Es-
píritu Santo. Se le presenta así desde el princi-
pio un resumen del camino de la fe. El Dios que
ha llamado a Abrahán y ha querido llamarse su
Dios, el Dios que ha revelado su nombre a Moi-
sés, el Dios que, al entregarnos a su Hijo, nos ha
revelado plenamente el misterio de su Nombre,
da al bautizado una nueva condición filial. Así se
ve claro el sentido de la acción que se realiza en
el bautismo, la inmersión en el agua: el agua es
símbolo de muerte, que nos invita a pasar por la
conversión del « yo », para que pueda abrirse a un
«Yo » más grande; y a la vez es símbolo de vida,
del seno del que renacemos para seguir a Cristo
en su nueva existencia. De este modo, mediante
la inmersión en el agua, el bautismo nos habla
de la estructura encarnada de la fe. La acción
de Cristo nos toca en nuestra realidad personal,
transformándonos radicalmente, haciéndonos
hijos adoptivos de Dios, partícipes de su natu-
raleza divina; modifica así todas nuestras relacio-
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