Lumen Fidei - page 62

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Además, es también importante la conexión
entre la fe y el decálogo. La fe, como hemos di-
cho, se presenta como un camino, una vía a re-
correr, que se abre en el encuentro con el Dios
vivo. Por eso, a la luz de la fe, de la confianza total
en el Dios Salvador, el decálogo adquiere su ver-
dad más profunda, contenida en las palabras que
introducen los diez mandamientos: «Yo soy el
Señor, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egip-
to » (
Ex
20,2). El decálogo no es un conjunto de
preceptos negativos, sino indicaciones concretas
para salir del desierto del « yo » autorreferencial,
cerrado en sí mismo, y entrar en diálogo con
Dios, dejándose abrazar por su misericordia para
ser portador de su misericordia. Así, la fe confie-
sa el amor de Dios, origen y fundamento de todo,
se deja llevar por este amor para caminar hacia
la plenitud de la comunión con Dios. El decálo-
go es el camino de la gratitud, de la respuesta de
amor, que es posible porque, en la fe, nos hemos
abierto a la experiencia del amor transformante
de Dios por nosotros. Y este camino recibe una
nueva luz en la enseñanza de Jesús, en el Discur-
so de la Montaña (cf.
Mt
5-7).
He tocado así los cuatro elementos que
contienen el tesoro de memoria que la Iglesia
transmite: la confesión de fe, la celebración de
los sacramentos, el camino del decálogo, la ora-
ción. La catequesis de la Iglesia se ha organi-
zado en torno a ellos, incluido el
Catecismo de la
Iglesia Católica
, instrumento fundamental para
aquel acto unitario con el que la Iglesia comu-
1...,52,53,54,55,56,57,58,59,60,61 63,64,65,66,67,68,69,70,71,72,...88
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