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podremos convertir las enseñanzas de la Iglesia
en algo fácilmente comprendido y felizmente
valorado por todos. La fe siempre conserva un
aspecto de cruz, alguna oscuridad que no le quita
la firmeza de su adhesión. Hay cosas que sólo se
comprenden y valoran desde esa adhesión que
es hermana del amor, más allá de la claridad con
que puedan percibirse las razones y argumentos.
Por ello, cabe recordar que todo adoctrinamiento
ha de situarse en la actitud evangelizadora que
despierte la adhesión del corazón con la cercanÃa,
el amor y el testimonio.
43.âEn su constante discernimiento, la Iglesia
también puede llegar a reconocer costumbres
propias no directamente ligadas al núcleo del
Evangelio, algunas muy arraigadas a lo largo de
la historia, que hoy ya no son interpretadas de la
misma manera y cuyo mensaje no suele ser per-
cibido adecuadamente. Pueden ser bellas, pero
ahora no prestan el mismo servicio en orden a
la transmisión del Evangelio. No tengamos mie-
do de revisarlas. Del mismo modo, hay normas
o preceptos eclesiales que pueden haber sido
muy eficaces en otras épocas pero que ya no tie-
nen la misma fuerza educativa como cauces de
vida. Santo Tomás de Aquino destacaba que los
preceptos dados por Cristo y los Apóstoles al
Pueblo de Dios « son poquÃsimos ».
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Citando a
san AgustÃn, advertÃa que los preceptos añadi-
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Summa Theologiae
I-II, q. 107, art. 4.