38
dos por la Iglesia posteriormente deben exigirse
con moderación « para no hacer pesada la vida
a los fieles » y convertir nuestra religión en una
esclavitud, cuando «âla misericordia de Dios qui-
so que fuera libre ».
48
Esta advertencia, hecha va-
rios siglos atrás, tiene una tremenda actualidad.
DeberÃa ser uno de los criterios a considerar a la
hora de pensar una reforma de la Iglesia y de su
predicación que permita realmente llegar a todos
.
44.âPor otra parte, tanto los Pastores como to-
dos los fieles que acompañen a sus hermanos en
la fe o en un camino de apertura a Dios, no pue-
den olvidar lo que con tanta claridad enseña el
Catecismo de la Iglesia católica
: « La imputabilidad y
la responsabilidad de una acción pueden quedar
disminuidas e incluso suprimidas a causa de la ig-
norancia, la inadvertencia, la violencia, el temor,
los hábitos, los afectos desordenados y otros fac-
tores psÃquicos o sociales ».
49
Por lo tanto, sin disminuir el valor del ideal
evangélico, hay que acompañar con misericordia
y paciencia las etapas posibles de crecimiento de
las personas que se van construyendo dÃa a dÃa.
50
A los sacerdotes les recuerdo que el confesiona-
rio no debe ser una sala de torturas sino el lugar
de la misericordia del Señor que nos estimula a
hacer el bien posible. Un pequeño paso, en me-
48
IbÃd.
49
âN. 1735.
50
âCf. J
uan
P
ablo
II, Exhort. ap. postsinodal
Familiaris
consortio
(22 noviembre 1981), 34:
AAS
74 (1982), 123.