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para la consecución de nobles objetivos. Asà se
manifiesta una sed de participación de numero-
sos ciudadanos que quieren ser constructores del
desarrollo social y cultural.
DesafÃos de la inculturación de la fe
68.âEl substrato cristiano de algunos pueblos
âsobre todo occidentalesâ es una realidad viva.
Allà encontramos, especialmente en los más nece-
sitados, una reserva moral que guarda valores de
auténtico humanismo cristiano. Una mirada de
fe sobre la realidad no puede dejar de reconocer
lo que siembra el EspÃritu Santo. SerÃa descon-
fiar de su acción libre y generosa pensar que no
hay auténticos valores cristianos donde una gran
parte de la población ha recibido el Bautismo y
expresa su fe y su solidaridad fraterna de múlti-
ples maneras. Allà hay que reconocer mucho más
que unas « semillas del Verbo », ya que se trata de
una auténtica fe católica con modos propios de
expresión y de pertenencia a la Iglesia. No con-
viene ignorar la tremenda importancia que tiene
una cultura marcada por la fe, porque esa cultura
evangelizada, más allá de sus lÃmites, tiene mu-
chos más recursos que una mera suma de creyen-
tes frente a los embates del secularismo actual.
Una cultura popular evangelizada contiene valo-
res de fe y de solidaridad que pueden provocar el
desarrollo de una sociedad más justa y creyente,
y posee una sabidurÃa peculiar que hay que saber
reconocer con una mirada agradecida.