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en general. Reconozcamos que una cultura, en
la cual cada uno quiere ser el portador de una
propia verdad subjetiva, vuelve difÃcil que los ciu-
dadanos deseen integrar un proyecto común más
allá de los beneficios y deseos personales.
62.âEn la cultura predominante, el primer lu-
gar está ocupado por lo exterior, lo inmediato, lo
visible, lo rápido, lo superficial, lo provisorio. Lo
real cede el lugar a la apariencia. En muchos paÃ-
ses, la globalización ha significado un acelerado
deterioro de las raÃces culturales con la invasión
de tendencias pertenecientes a otras culturas,
económicamente desarrolladas pero éticamen-
te debilitadas. Asà lo han manifestado en distin-
tos SÃnodos los Obispos de varios continentes.
Los Obispos africanos, por ejemplo, retomando
la EncÃclica
Sollicitudo rei socialis
, señalaron años
atrás que muchas veces se quiere convertir a los
paÃses de Ãfrica en simples « piezas de un me-
canismo y de un engranaje gigantesco. Esto su-
cede a menudo en el campo de los medios de
comunicación social, los cuales, al estar dirigidos
mayormente por centros de la parte Norte del
mundo, no siempre tienen en la debida conside-
ración las prioridades y los problemas propios de
estos paÃses, ni respetan su fisonomÃa cultural ».
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Igualmente, los Obispos de Asia « subrayaron los
57
âJ
uan
P
ablo
II, Exhort. ap. postsinodal
Ecclesia in Africa
(14 septiembre 1995), 52:
AAS
88 (1996), 32-33; I
d
., Carta enc.
Sollicitudo rei socialis
(30 diciembre 1987), 22:
AAS
80 (1988),
539.