EVANGELII GAUDIUM - page 128

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os améis unos a otros como yo os he amado »
(
Jn
15,12). Es evidente que cuando los autores
del Nuevo Testamento quieren reducir a una úl-
tima síntesis, a lo más esencial, el mensaje moral
cristiano, nos presentan la exigencia ineludible
del amor al prójimo: «Quien ama
al prójimo
ya ha
cumplido la ley [...] De modo que amar es cum-
plir la ley entera » (
Rm
13,8.10). Así san Pablo,
para quien el precepto del amor no sólo resume
la ley sino que constituye su corazón y razón de
ser: « Toda la ley alcanza su plenitud en este
solo
precepto: Amarás
a tu prójimo
como a ti mismo »
(
Ga
5,14). Y presenta a sus comunidades la vida
cristiana como un camino de crecimiento en el
amor: «Que el Señor os haga progresar y sobre-
abundar en el amor de unos con otros, y en el
amor para con todos » (
1 Ts
3,12). También San-
tiago exhorta a los cristianos a cumplir « la ley
real
según la Escritura: Amarás
a tu prójimo
como a ti
mismo » (2,8), para no fallar en ningún precepto.
162. Por otra parte, este camino de respuesta
y de crecimiento está siempre precedido por el
don, porque lo antecede aquel otro pedido del
Señor: « bautizándolos en el nombre…» (
Mt
28,19). La filiación que el Padre regala gratuita-
mente y la iniciativa del don de su gracia (cf.
Ef
2,8-9;
1 Co
4,7) son la condición de posibilidad
de esta santificación constante que agrada a Dios
y le da gloria. Se trata de dejarse transformar en
Cristo por una progresiva vida « según el Espíri-
tu » (
Rm
8,5).
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