123
con sus signos y sÃmbolos, y respondiendo a las
cuestiones que plantea ».
120
Se trata de conectar
el mensaje del texto bÃblico con una situación
humana, con algo que ellos viven, con una ex-
periencia que necesite la luz de la Palabra. Esta
preocupación no responde a una actitud oportu-
nista o diplomática, sino que es profundamente
religiosa y pastoral. En el fondo es una « sensibi-
lidad espiritual para leer en los acontecimientos
el mensaje de Dios »
121
y esto es mucho más que
encontrar algo interesante para decir. Lo que se
procura descubrir es «â
lo que el Señor desea decir
en
una determinada circunstancia ».
122
Entonces, la
preparación de la predicación se convierte en un
ejercicio de
discernimiento evangélico
, donde se in-
tenta reconocer âa la luz del EspÃrituâ « una
llamada que Dios hace oÃr en una situación histó-
rica determinada; en ella y por medio de ella Dios
llama al creyente ».
123
155.âEn esta búsqueda es posible acudir sim-
plemente a alguna experiencia humana frecuente,
como la alegrÃa de un reencuentro, las desilusio-
nes, el miedo a la soledad, la compasión por el
dolor ajeno, la inseguridad ante el futuro, la preo-
cupación por un ser querido, etc.; pero hace falta
ampliar la sensibilidad para reconocer lo que ten-
ga que ver realmente con la vida de ellos. Recor-
120
IbÃd.
, 63:
AAS
68 (1976), 53.
121
IbÃd.
, 43:
AAS
68 (1976), 33.
122
IbÃd.
123
âJ
uan
P
ablo
II, Exhort. ap. postsinodal
Pastores dabo vo-
bis
(25 marzo 1992),
10:
AAS
84 (1992), 672.