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ca o el remordimiento. Además, una predicación
positiva siempre da esperanza, orienta hacia el
futuro, no nos deja encerrados en la negatividad.
¡Qué bueno que sacerdotes, diáconos y laicos se
reúnan periódicamente para encontrar juntos los
recursos que hacen más atractiva la predicación!
IV.âU
na
evangelización
para
la
profundización del
kerygma
160.âEl envÃo misionero del Señor incluye el
llamado al crecimiento de la fe cuando indica:
« enseñándoles a observar todo lo que os he man-
dado » (
Mt
28,20). Asà queda claro que el primer
anuncio debe provocar también un camino de
formación y de maduración. La evangelización
también busca el crecimiento, que implica tomar-
se muy en serio a cada persona y el proyecto que
Dios tiene sobre ella. Cada ser humano necesita
más y más de Cristo, y la evangelización no debe-
rÃa consentir que alguien se conforme con poco,
sino que pueda decir plenamente: «Ya no vivo
yo, sino que Cristo vive en mà » (
Ga
2,20).
161.âNo serÃa correcto interpretar este llamado
al crecimiento exclusiva o prioritariamente como
una formación doctrinal. Se trata de « observar »
lo que el Señor nos ha indicado, como respuesta
a su amor, donde se destaca, junto con todas las
virtudes, aquel mandamiento nuevo que es el pri-
mero, el más grande, el que mejor nos identifica
como discÃpulos: «Ãste es mi mandamiento, que